En el Panteón Municipal de Comitán, en medio de un millar de criptas, apareció el “guardián de los muertos”, un pequeño niño de solo 7 años de edad que a bordo de una bicicleta color verde acompaña a rendir tributo a los finados.
Se trata de Luisito Pérez, un niño que desde hace cuatro meses se ha encargado de sacar una sonrisa a todos los que visitan el camposanto, e incluso orienta a los deudos que no encuentran el lugar donde serán sepultados los recién fenecidos.
Es hijo de Humberto “N”, uno de los administradores del panteón, y se ha encargado de auxiliarlo, ya que Luisito toma la iniciativa con una sonrisa y al observar que los visitantes se encuentran “perdidos”, sale al paso para ofrecer ayuda.
“Es extraño que un niño tan pequeño te conduzca en medio de tanto silencio y cuestione sobre tu llegada”, expresó un visitante.
El pequeño, que ha tomado muy en serio el papel de vigilante, organiza a los choferes para que se estacionen, indica el lugar donde se encuentran los sanitarios e informa de cuántas inhumaciones habrá durante el día.
“Hasta cinco muertitos se entierran a diario”, contabiliza Luisito, vestido con un pantalón verde, una sudadera naranja, una gorra y botas de plástico, atuendo que le es muy útil para cuando llueve, ya que la mayor parte del panteón es de piso de tierra.
Con su bicicleta se mueve por todas partes mientras que el resto de los trabajadores de pronto temen que se caiga en algunas de las criptas que se encuentran abiertas, pero se resignan al saber que al niño le encanta estar en el lugar.
Luisito lamenta el inicio a clases ya que tendrá que dejar abandonado el Panteón Municipal de Comitán, pero aseguró que en las próximas vacaciones retornará su guardia, porque le gusta ayudar a las personas.
Desde las 7:00 de la mañana se encuentra en el panteón y cerca de las 16:00 horas le da el último recorrido a todo el camposanto para verificar que nadie se quede encerrado, ya que cierran las puertas de acceso con candado.
Pese a que no le pagan ni un solo peso por hacer el trabajo de vigilante, a veces se conforma con que alguien acomedido le entregue alguna propina para comprar dulces y eso le llama mucho la atención.
Humberto, el padre de Luis, lo llevó por primera vez al panteón para que no se quedara solo en casa, pero jamás imaginó que le gustaría estar en medio de miles de criptas.
El niño todavía no puede comprender lo difícil que es para los adultos llegar al camposanto y enterrar a sus familiares, dijo Humberto, pero después de llevar su bicicleta y sentirse libre en todo el cementerio, hoy se ha vuelto su lugar favorito.
Vía Cuarto Poder...
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