Con el Partido Republicano en una misión urgente de cortejar a los votantes latinos, Donald Trump, uno de sus principales candidatos presidenciales, ha estado enredado por dos semanas en una desagradable pelea por sus comentarios enardecedores sobre los migrantes mexicanos.
“Están trayendo drogas”, dijo Trump en su discurso inaugural de campaña. “Están trayendo el crimen. Son violadores”.
A pesar de -o tal vez, gracias a- sus declaraciones, el magnate de bienes raíces se ha catapultado al segundo lugar en encuestas nacionales recientes y en Iowa y New Hampshire, estados con nominaciones tempranas.
Hillary Rodham Clinton y otros demócratas, mientras tanto, son reacios a hacer a Trump el rostro del Partido Republicano, que se encuentra momentáneamente sin líder.
En Iowa, el desarrollador neoyorquino está empatado en segundo lugar detrás de Scott Walker, gobernador de Wisconsin, con 10%, de acuerdo a una encuesta de la Universidad Quinnipiac realizada el miércoles. En New Hampshire, una encuesta de CNN-WMUR de la semana pasada tenía a Trump en segundo lugar detrás de Jeb Bush, ex gobernador de Florida, con un 11%. También está en segundo lugar detrás de Bush en una nueva encuesta nacional de CNN/ORC dada a conocer el miércoles.
Liderando la carga demócrata para asociar a Trump con el Partido Republicano está Clinton, quien ha estado invocando los comentarios de Trump sobre los mexicanos en su gira de campaña. De manera notable, no menciona a Trump por su nombre -tal vez porque espera asociar sus puntos de vista con los de otros 15 candidatos republicanos declarados.
Aunque en un principio la mayoría se negaba a comentar, un creciente número de candidatos declarados del Partido Republicano ha condenado los comentarios de Trump. “Pienso que son totalmente inapropiados”, dijo la semana pasada el gobernador de New Jersey, Chris Christie.
Por otra parte, algunos agitadores del partido apoyan a Trump. El senador Ted Cruz, de Texas, candidato presidencial, dijo esta semana que Trump es “estupendo” y que no debe disculparse porque “dice la verdad”.
Erick Smith, un estratega demócrata que trabajó en las campañas de Obama, dijo que el peligro para los republicanos es que Trump se convierta en “un ancla”, hundiendo al partido especialmente con votantes latinos, independientes y millennial.
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