Los cielos de San Cristóbal de Las Casas se estremecieron el pasado 01 de diciembre, cuando se escribió en sus memorias que alrededor de las 18 horas, cerraba sus ojos “El Grande”, el Patriarca de la Iglesia Cristiana Local, una de las personas queridas por miles de ciudadanos coletos, Don Romeo Cancino Trujillo; más de 40 años de Ministerio Pastoral, Precursor de la Fe Cristiana en la ciudad; Pastor por excelencia que enseñó la doctrina del Creador y que hoy regresó al Padre Eterno, al Supremo Creador del Universo, para ser, sin lugar a dudas, el brazo derecho de Dios.
Internautas no se dejaron esperar para compartir la tragedia sucedida; la noticia de la partida de Don Romeito, como muchos le decían por el cariño que le guardaban, era todo lo que se decía en redes sociales, la noticia más triste que abrió el mes de diciembre.
Nadie sabía qué pasaba, miles de mensajes al whatsApp preguntando de dónde sería velado para ir a acompañar a “El Grande”, al “Patriarca de la Iglesia Cristiana”. 20:00 horas del mismo día, ríos de gente se concentraban en el Velatorio San Cristóbal para el último adiós; millones de pétalos componían las cientos de coronas y arreglos florales que bañaban de aromas dulces aquel ambiente triste pero a la vez de reconocimiento al cimiento de la fe cristiana en San Cristóbal de Las Casas.
Llanto, desconcierto, miradas tristes, incredulidad de no poder creer que Don Romeito había cerrado sus ojos carnales para siempre, era el ambiente que se vivió en aquel lugar que ocupó su penúltima morada, donde descansaron sus restos por un momento.
Plegarias de todas las Religiones: Católica, Evangélica, Pentecostés, Testigos de Jehová, Nazarenos, entre otras, se escuchaban en ese recinto frente al cuerpo de Don Romeo Cancino Trujillo, para estar seguros que las oraciones llenaran el camino de luz y llegar a las manos del Creador.
El cortejo fúnebre, que cubría varias cuadras de las calles de jovel, se dejó ver al medio día del 02 de diciembre, cuando el féretro inició su camino para el Panteón Municipal, su última morada, donde las campanas del Campo Santo, tocaron las notas más tristes, al avisar que llegaba un hermano más a la casa eterna.
Cientos de coronas florales adornaron el camino hacía su tumba de aquel hombre que llenó de bondad, de amor y fe a una de las ciudades más importantes de Chiapas y de América Latina, Don Romeo Cancino Trujillo.
Miles de ciudadanos y fieles de la Iglesia Presviteriana, Bautista, del Nazareno, Pentecostés, Cristiana, entre otras, elevaban sus oraciones y suplicaban al Todo Poderoso el apoyo a los familiares para mitigar el dolor que les causaba la partida del Patriarca, quien fue reconocido por más de 40 años en su labor pastoral.
Y así la historia nuevamente escribe en sus memorias la partida de un grande, de esos hombres que jamás se olvidan y que siempre, en cada latido de la ciudad y de miles de ciudadanos quedará plasmada la sonrisa, las buenas acciones, la educación y los valores inculcados de Don Romeo Cancino Trujillo, que en paz descanse.
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