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martes, 28 de enero de 2025

Argentina deporta a 'narcos electromagnéticos'; son mexicanos


 

En las calles que bajan hasta el Puerto de Ingeniero White nadie camina: parece un pueblo fantasma. Apenas se erige una que otra construcción de láminas oxidadas, que en algún momento sirvieron de bodegas. Mientras más caminas, más se hace evidente la soledad de este pueblo ubicado a 650 kilómetros de Buenos Aires, la capital argentina.


A esa zona conocida como partido de Bahía Blanca –a 10 kilómetros de la ciudad del mismo nombre–, los habitantes indígenas la llamaban Tierra del ente maligno —algunos opinarán que ese apelativo se lo tiene bien ganado—: la agresividad con la que soplan los vientos que vienen del océano Atlántico y la Patagonia es inclemente.


Situada al sur de la enorme Provincia de Buenos Aires y a pesar de su relativa lejanía de la capital argentina, el Puerto de Ingeniero White cuenta con una característica especial que convenció a cuatro mexicanos de convertirlo en la base de lanzamiento de una operación de tráfico de drogas internacional.


Esto, al ser el máximo puerto de aguas profundas de Argentina, lo cual permite el ingreso de barcos de gran calado y por ende se convierte en el nodo de llegada y salida masiva de productos agropecuarios.


Esa era la fachada perfecta para operar el tráfico de cocaína desde América del Sur hacia Europa, oculta en bobinas, donde se suele almacenar acero.

Imanes para campos electromagnéticos

El 18 de junio del año 2017, los mexicanos fueron descubiertos en una operación sin precedentes por parte de agentes estadunidenses y el gobierno argentino. Bautizaron al caso como Bobinas Blancas y fueron aseguradas más de dos toneladas de cocaína con un valor de 60 millones de dólares que tenían como destino Canadá y España.


Según medios locales, los que manejaban la operación eran miembros del Cártel de Sinaloa.


También se descubrió que los mexicanos habían diseñado en las bobinas un sistema conocido en la física como jaula de Faraday, que funciona al colocar imanes y un cableado para crear un campo electromagnético que dificulta a los escáneres detectar las drogas.


Esta se convirtió en la incautación más grande en la historia del país austral hasta el día de hoy. Estos narcotraficantes mexicanos son famosos allá, pero su historia es prácticamente desconocida acá.


Documentos obtenidos por MILENIO, en el Poder Judicial de la Nación y el Tribunal Oral Federal de Bahía Blanca en Argentina, revelan los detalles de la operación que llegó a su fin el 12 de diciembre de 2024.


Tras pasar siete años en prisión, dos de los cabecillas de la organización, Gilberto Acevedo Villanueva y Jesús Madrigal Vargas lograron que la justicia argentina aceptara un pedido de deportación a México.



El conducto: rollos de lámina de acero

Según los documentos judiciales, los entresijos de la megaoperación ilegal vinculó a Canadá, México y Argentina. Para saber cómo se descubrió la operación hay que remontarse al 14 de marzo de 2017. 


Esto, cuando la División Operaciones Federales de la Superintendencia de Drogas Peligrosas de la Policía Federal Argentina recibió el pitazo de la Agencia de Drogas de los Estados Unidos (DEA, por sus siglas en inglés).


A través de operaciones encubiertas habían descubierto la existencia de una organización de tráfico de estupefacientes a gran escala. Y todo apuntaba a que era una organización de México la que controlaba la estrategia. Esta información sorprendió a las autoridades de un país donde los cárteles trasnacionales no habían mostrado toda su influencia.


El documento enviado a la policía federal argentina decía lo siguiente: “Hay información sobre las actividades de exportación de estupefacientes a Barcelona, España (...) y bajo la cobertura del envío de bobinas de láminas de acero. Este grupo aún no identificado tiene concesiones con México desde donde se estaría financiando la operación”.

El cable aseguraba que los mexicanos utilizaban una empresa llamada El Águila María y Can Trade Connection para exportar bobinas repletas de droga desde el puerto argentino.


La cocaína que según las investigaciones habría sido traída desde Chile, era primero almacenada en una bodega localizada en la calle México (¿dónde más?, al parecer los narcos mexicanos no se despegan de su país, o al menos escogen ubicaciones con nombres sugerentes), en la ciudad de Bahía Blanca.


A partir de este momento iniciarían las tareas de investigación que incluyeron más de 50 intervenciones telefónicas para entender quiénes conformaban la red de tráfico de drogas que era liderada por dos mexicanos, Gilberto Acevedo Villanueva y Jesús Madrigal Vargas, que según las primeras investigaciones habían llegado a Bahía Blanca desde Michoacán.


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