En algunas regiones de Chiapas, los pobladores contagiados de COVID-19 se niegan a acudir a un hospital pĂºblico por miedo, entre otras cosas, a morir.
El periodista Humberto Padgett realizĂ³ un recorrido por la selva baja de dicha entidad, donde algunas personas les comentaron: “Yo no me voy a morir en un hospital. Yo he ido al hospital y no me han atendido. Yo no llevo a mi enfermo al hospital, porque no me van a permitir velarlo durante el tiempo que mi tradiciĂ³n dicta”.
Tal es el caso de una familia con dos casos de contagio de coronavirus, que decidiĂ³ no acudir a un hospital pĂºblico y recurriĂ³ a medidas alternativas, que los dejaron con una deuda de 16 mil pesos, la cual no saben cĂ³mo pagarĂ¡n.
“Esto (el dinero) es todo en su vida. 16 mil pesos para ellos, es todo. Esta gente debe 16 mil pesos a distintas personas que les han cobrado algĂºn interĂ©s del 10 al 15 por ciento”, subrayĂ³ Padgett en el noticiero “Por la mañana” de Ciro GĂ³mez Leyva para Radio FĂ³rmula.
Doña Micaela y su esposo SebatiĂ¡n son indĂgenas tzeltales del municipio de SitalĂ¡, Chiapas, un lugar donde -segĂºn el gobierno federal- el 98 por ciento de los pobladores viven en pobreza.
La pareja, que mantiene a tres hijos, se contagiaron de COVID-19 y sobreviven comiendo tortillas, frijoles y pozol, pues ya se gastaron todo su dinero, tienen muchas deudas y no cuentan con el apoyo del gobierno.
De acuerdo con el Consejo Nacional de EvaluaciĂ³n de la PolĂtica del Desarrollo Social, en SitalĂ¡ solo hay un caso de COVID-19; sin embargo, estĂ¡ el caso de Micaela y SebastiĂ¡n, quienes decidieron no ir a un hospital por miedo a no salir con vida de ahĂ, razĂ³n por la cual no estĂ¡n en el registro.
“Fuimos al hospital, escuchamos los rumores de que en los hospitales solo mataban. Y fuimos con un doctor particular”, contĂ³ Micaela a Humberto Padgett. Para pagar al mĂ©dico, los traslados al consultorio y los medicamentos, la pareja tuvo que pedir prestado a vecinos, algunos les cobraron hasta intereses.
Como SebastiĂ¡n no mejoraba, recurrieron a una rezandera, que les cobraba 900 pesos por rosario a los pies de la cama, aĂºn asĂ mostrĂ³ mejora.
“A mi esposo le pegĂ³ pero la enfermedad, se desmayaba. AquĂ en la familia llorĂ¡bamos, pues pensĂ¡bamos que se morĂa”, agregĂ³ Micaela.
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