CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Nadie en el mundo podrĂa concluir que las caravanas de migrantes centroamericanos con rumbo a la frontera con Estados Unidos conforman una “emergencia nacional”. Millones de personas sin visa buscan cada año pasar esa frontera, por lo cual, emergencia no es.
Tampoco se trata de una simple maniobra electoral, muy adelantada porque resta mĂ¡s de un año para la elecciĂ³n presidencial.
El problema consiste en la lucha polĂtica que llevan a cabo en Estados Unidos los grupos mĂ¡s defensistas, encabezados por el actual presidente con su lema “primero USA” y “hacer grande a USA”.
Aunque los demĂ³cratas son mĂ¡s reacios al libre comercio con MĂ©xico, Trump ya dio por cerrada esa negociaciĂ³n y ahora quiere dos cosas: el dinero para terminar y reforzar el muro fronterizo y la colaboraciĂ³n del gobierno mexicano para detener a migrantes centroamericanos y para recibir a los solicitantes de asilo que logran pasar la lĂnea o el rĂo en busca de ingreso legal a Estados Unidos.
Lo que quiere Trump no puede ser concedido. El Congreso no va a aprobar los fondos requeridos y seguirĂ¡ combatiendo la decisiĂ³n presidencial de apropiarse de otros fondos para desviarlos hacia el muro fronterizo. MĂ©xico, por su parte, no darĂ¡ un golpe de timĂ³n en materia migratoria ni firmarĂ¡ un convenio de “tercer paĂs” para hacerse cargo de los migrantes no mexicanos que pisan territorio estadunidense.
Algo podrĂa, sin embargo, obtener Donald Trump con sus resoluciones presupuestales y sus amenazas de “cerrar la frontera” y, ahora, de imponer un arancel extraordinario de 25% a las importaciones de automotores procedentes de MĂ©xico.
QuizĂ¡ el mandatario estadunidense no sabe de cierto lo que pueda obtener al final de sus actuales confrontaciones, pero sabe que algo tendrĂ¡ que ser. Que no prosperen, por ejemplo, los recursos judiciales contra sus inconstitucionales decisiones presupuestales, por un lado, y que MĂ©xico acepte mayor cantidad de centroamericanos en su territorio en espera de la resoluciĂ³n sobre su solicitud de asilo, por el otro.
Es por eso que el tono sube y baja sĂ³lo para volver a subir. Las amenazas de Trump tienden a poner nerviosos a sus interlocutores. No obstante, la mayorĂa demĂ³crata en la CĂ¡mara de Representantes y el gobierno de MĂ©xico han aguantado bien las arremetidas verbales de Trump.
Sin embargo, la Casa Blanca estĂ¡ probando suerte con medidas administrativas que hacen que algunos pasos fronterizos se hagan mĂ¡s lentos por falta de suficiente personal. Esta situaciĂ³n no es ya una declaraciĂ³n delirante, como la del cierre total de la frontera, sino un acto muy concreto para ir incorporando a otros actores en una posible escalada de crisis fronteriza. Ahora ya estĂ¡n en el problema importadores y exportadores de ambos paĂses que pueden presionar a los diputados en el Capitolio y al gobierno mexicano.
Con un arancel a los automotores procedentes de MĂ©xico se tratarĂa de provocar una reacciĂ³n equivalente y, de esa forma, una escalada, la cual ya no se limitarĂa al tema migratorio, sino que serĂa un problema comercial y, por tanto, industrial.
Hasta el momento, LĂ³pez Obrador no ha caĂdo en las provocaciones de una parte de la prensa mexicana y de un segmento de la oposiciĂ³n polĂtica que le exigen rechazos verbales a las amenazas de Trump. Pero las cosas se pondrĂan un tanto mĂ¡s complicadas si el presidente de Estados Unidos lleva a cabo una escalada, pero ya no de frases sino de decisiones administrativas y comerciales tan reales como duras.
Una guerra comercial no puede ser llevada a cabo por MĂ©xico. Las agresiones que en esta materia puedan ser emprendidas por Trump no tendrĂan que provocar respuestas a la medida de parte de LĂ³pez Obrador, ya que eso serĂa justamente entrar al juego en el que la Casa Blanca se sabe ganadora.
Por parte de los demĂ³cratas en el Capitolio tampoco habrĂ¡ una defensa militante de las importaciones mexicanas. Por tanto, si Trump convierte sus delirantes amenazas en actos de agresiĂ³n comercial, MĂ©xico se va a ver solo, por lo cual se requerirĂa la mĂ¡s amplia solidaridad interna, una especie de inmunidad fundada en la lealtad nacional.
Empezar a pelear internamente serĂa una fuerte carta de victoria del gobierno de Trump.
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