Existen más de nueve millones de mexicanos, con estudios de licenciatura y hasta maestría, que viene en condiciones de pobreza y precariedad económica.
La mayoría de ellos y ellas ganan entre uno y dos salarios mínimos; y, en el mejor de los casos, aspiran a un ingreso de siete mil a 10 mil pesos mensuales.
Se trata de una tendencia nacional, donde 68% de la población no vive del producto de su trabajo; y depende de subsidios o transferencias de programas sociales como Prospera, para tratar de superar línea de miseria.
Éstas son las conclusiones principales de un análisis hecho por Miguel Santiago Reyes Hernández, especialista del Instituto de Investigación para el Desarrollo con Equidad de la Universidad Iberoamericana, con motivo de la conmemoración del Día del Trabajo.
Explicó que este sexenio reporta una creación de empleo muy importante; sin embargo la mayoría de las plazas son de baja remuneración; de entre uno y dos salarios mínimos, con un ingreso inferior a cinco mil 300 pesos mensuales.
“En 2017 se registró un aumento de 478 mil plazas que ofrecen un salario mínimo –de 88.36 pesos diarios–; las que pagan dos salarios mínimos se incrementaron en 638 mil 886.
“Por el contrario, en los niveles de dos a tres, de tres a cinco y más de cinco salarios mínimos se perdieron 706 mil 861, 186 mil 176 y 734 mil 206 puestos, respectivamente”, reportó el Inegi.
El investigador de la Ibero señaló durante los últimos años hubo una sustitución de empleos: donde profesionistas que ganaban más de cinco salarios mínimos –o más de 13 mil pesos mensuales– fueron despedidos y recontratados –en otras empresas,– con uno o dos salarios mínimos.
“Es una realidad: mientras mayor sea el nivel educativo, mayor es la pérdida del poder adquisitivo. ¿Por qué? Porque se están cerrando las plazas que ofrecían seis, siete u ocho salarios, que tenían licenciatura y hasta posgrados.
“Durante este sexenio el salario mínimo registra una pérdida real de 5%; pero entre los profesionistas o los que estudiaron una carrera la merma al poder adquisitivo se dispara hasta 25%, en promedio.
“Hay quienes ante la pérdida de empleo, la falta de oportunidades y precarización del mercado laboral, aceptaron la mitad de lo que ganaban; y eso los conduce a la pobreza.
Pobreza pega duro a jóvenes y recién egresados
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