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lunes, 26 de febrero de 2018

México y Japón, los reyes de las alertas sísmicas


México y Japón, los reyes de las alertas sísmicas

Edificios derrumbados, personas atrapadas, llanto y pánico total. Escenas que en México se reconocen muy bien tras los terremotos sufridos en distintos momentos, llevaron a este y a otros países a hacerse de un sistema de alerta temprana de sismos que pudiera prevenir, en la medida de lo posible, grandes tragedias humanas.



México fue pionero. Diez años después de los terremotos de septiembre de 1985 que dejaron, oficialmente, entre 6 mil y 7 mil muertos, se convirtió en el primer país en contar con un sistema público para alertar a la población, con segundos de anticipación que pueden ser vitales, de la proximidad de un movimiento telúrico. Para ello, se creó el Sistema de Alerta Sísmica Mexicano (SASMEX), conformado originalmente para la Ciudad de México (SAS), operativo desde 1991 y que depende del Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (CIRES). Desde 2003, funciona el sistema para Oaxaca (SASO) y, desde 2006, en Guerrero. El SASMEX emite dos tipos de alerta, una preventiva, si se estima moderado el efecto del sismo, y otra pública, que permite alertar a la población y se activa cuando el fenómeno tiene una magnitud cercana a 6.



Kit de emergencia

Pocas naciones cuentan con sistemas de alerta temprana (Earthquake Early Warning, o EEW, por sus siglas en inglés): Japón, China, Turquía, Rumania, Italia, además de la isla de Taiwán, se cuentan entre ellos. Sin embargo, no todos funcionan de la misma manera, ni tienen los mismos alcances.

El más avanzado es el de Japón, vigente desde 2007. Ubicado en el Cinturón de Fuego del Pacífico, el país es propenso a terremotos, como el que en 1923 dejó más de 100 mil muertos, o el de 2011, de magnitud 9, que dejó miles de fallecidos y provocó un tsunami y un desastre en la central nuclear de Fukushima. El sistema japonés detecta los movimientos, calcula el epicentro y envía advertencias desde los mil sismógrafos que tiene distribuidos en el país. Es capaz de medir ondas P (primarias, constituyen las primeras evidencias de un terremoto. En la Ciudad de México, dispositivos como Quake Alarm pueden detectarlas) y ondas S (secundarias, las más destructivas). Lo maneja el Instituto de Investigaciones Nacionales para la Ciencia de la Tierra y la Prevención de Desastres, aunque es la Agencia Meteorológica de Japón la que envía las advertencias. Además, existen en el país sistemas privados de alerta temprana, que funcionan principalmente en oficinas y fábricas.

A diferencia de lo que ocurre en México, las alertas en Japón llegan en forma de imágenes con avisos de que un temblor se aproxima. Pueden ser vía mensaje en el celular —las principales proveedoras están obligadas a tener la aplicación que aparece en la forma de una imagen y un sonido de campanas—, en televisión, o en la radio. Algunas proveedoras de televisión por cable también cuentan con un servicio de paga para avisar a los clientes. El sistema permite alertar, además de a los ciudadanos, a las centrales nucleares, e incluso a los sistemas de transporte como el ferrocarril o el tren, para que reduzcan la velocidad o frenen y evitar así un descarrilamiento al momento del temblor.



La anticipación del aviso, como sucede en otros países con sistemas de alerta temprana, depende de factores como la lejanía del epicentro. Entre más lejos, más tiempo da para avisar a la gente. En las poblaciones ubicadas sobre fallas, como California, se complica que funcionen las alertas.



Otras naciones han mostrado su interés en un sistema como el japonés. Sin embargo, ningún EEW es barato, y menos uno como el japonés, que tiene cobertura a nivel nacional. El gobierno se gastó, sólo en la construcción, mil millones de dólares. La nación trabaja actualmente en un sistema de segunda generación (PLUM) que busca detectar qué tan lejos viajarán las ondas sísmicas y con qué intensidad golpearán qué zonas.



Taiwán, también ubicada en el Cinturón de Fuego del Pacífico, cuenta con un sistema regional, desarrollado por el Buró Central del Clima, el Centro Nacional para el alto desempeño Computacional, el Centro para la Investigación sobre Ingeniería en Terremotos y el Centro Nacional de Ciencia y Tecnología Nacional y la Reducción de Desastres, a un costo equivalente a un millón de dólares. Fue instalado en poco más de 200 escuelas, aunque el objetivo es alertar al resto de la población. En algunos casos, además de un tono audible, la advertencia funciona encendiendo luces LED para avisar a los estudiantes.



Hasta 2013, contaba con 700 estaciones de monitoreo de terremotos fuertes y 100 en tiempo real que pueden emitir alertas en los 20 segundos siguientes a la detección inicial del movimiento sísmico. Los expertos trabajaban, además, en un proyecto para crear sensores de bajo costo (MEMS).



China, pese a no estar en la zona sísmica más activa del mundo —como Indonesia—, cuenta con un sistema regional de alerta, por el cual se envían mensajes vía teléfono celular. En Corea del Sur, a partir de 2016 comenzó a desarrollarse el servicio de alerta, vía mensajes de texto, a los ciudadanos, pero sólo en coreano. Luego se pensó en hacerlo multilingual, considerando eventos como las Olimpiadas de Invierno de Pyeongchang.



Muchos sistemas de alerta temprana están diseñados para avisar a centrales nucleares o a sistemas de transporte y prevenir desastres. Es el caso de Turquía, donde se colocaron 100 acelerómetros —10 estaciones— en puntos estratégicos de Estambul, cercanos a la Falla de Mármara, que permiten elaborar un mapa rápido de los movimientos telúricos y evaluación de daños, aunque no calculan la ubicación ni la magnitud de los sismos en tiempo real. El Metro Subterráneo de Marmaray, que conecta Asia con Europa, la utiliza para reducir velocidad o frenar en caso de peligro. También funciona en la Planta de Energía Enron.



En Rumania, donde el Banco Mundial (BM) estimó en 2 mil millones de dólares los daños provocados por el terremoto de 1977, que dejó mil 578 muertos y decenas de miles de viviendas destruidas, el sistema —que maneja el Instituto Nacional para la Física de la Tierra, y operado por el gobierno, mide ondas tipo P— se enfoca en la zona afectada por la falla de Vrancea, particularmente Bucarest, y permite alertar a las instalaciones nucleares. También protege el Basarab, uno de los mayores puentes colgantes en Europa.


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