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viernes, 7 de abril de 2017

LE DIJO A SU VECINO "AVÍSALE A MI FAMILIA QUE ME VOY AHORCAR"


“Avísale a mi familia que me voy ahorcar”, le dijo a su vecino. “Ta usté loco don Feyo”, le dijo Chuy, creyendo que el septuagenario bromeaba. De todas formas, al ver la seriedad del rostro de su interlocutor el joven llamó a la familia. Legaron tarde. El hombre estaba muerto.

“Era muy amable”, dice una niña que viene de la escuela primaria. Su compañera asiente con la cabeza. “Es que estaba malito”, agrega tras una pausa. La menor se refiere a lo que los vecinos comentan.

Alfredo Vázquez López (75 años) padecía una añeja verdad. No dicen qué exactamente. “Pero sufría mucho. Tomaba mucho medicamento. Y no mejoraba. Al contrario, sufría las reacciones secundarias. Decía que ya estaba aburrido”, señala una mujer.

La otra asiente con la cabeza y se enjuga una lágrima. Le duele el dolor ajeno. Le dolía ver a Alfredo enfermo, solo. Su esposa e hijos se fueron.

Él, oriundo de San Fernando, extrañaba el clima fresco de su tierra. Tuxtla era un infierno para él, y sin su familia, con su enfermedad, el infierno se tornó insoportable.

Este jueves al filo de las 12:15, el hombre llegó al ciber café de “Chuy”, su vecino, sobre la avenida Almendras.

“Avísale a mi familia que me voy a ahorcar”, le dijo a su vecino. “Ta usté loco don Feyo”, le dijo Chuy, creyendo que el septuagenario bromeaba.

Alfredo no dijo más. Con el rostro tenso, decidido, pálido, se dio la vuelta y caminó a su casa ubicada en la esquina de avenida Almendras y calle Maravilla de la colonia Pomarrosa, al norte poniente de Tuxtla Gutiérrez.

Es la misma casa donde un colectivo de la ruta 9 chocó y volcó. Un pedazo de la barda luce renovado, con ladrillos nuevos. Pero Alfredo no pudo renovar su vida familiar, menos su salud. Y buscó una salida equivocada.

Tomó una escalera de aluminio, la recargó sobre la pared del corredor que da a la calle. Subió. Ató el extremo de una soga a la protección metálica de color negro y luego a su cuello. Dejó caer su peso.

Abajo de la escalera quedaron la colcha y dos almohadas. Allí pasó la noche, afuera de su casa, en el corredor, quizá por lo más fresco, quizá reforzando la idea del suicidio.

Cuando Juan, uno de sus hijos llegó, a la casa alertado por la llamada de Chuy, era tarde. Su padre estaba colgado.

Juanito llamó al 911. Al lugar arribó la ambulancia PCAc-01 de Protección Civil Municipal. Tras valorar al septuagenario, ya no le hallaron signos vitales.

El cadáver fue bajado y llevado al Semejo para la necropsia de rigor. Seguramente sus familiares le darán cristiana sepultura en su natal San Fernando.

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