El atentado se reportó ayer cerca de las 20:00 horas en la cancha llanera de la colonia Ampliación Los Lirios, ubicada al norte del principal destino turístico de la entidad que se encuentra colapsado por la ola de corrupción, impunidad y barbarie ante la confrontación que mantienen pandillas por el control de las zonas de trasiego y venta de droga al menudeo.
Reportes oficiales refieren que un grupo armado que se desplazaba en un auto compacto, irrumpió en la cancha de futbol y abrió fuego a mansalva contra los jugadores. Algunos alcanzaron a escapar pero fueron perseguidos por los sicarios para rematarlos en el piso.
Enseguida, los agresores escaparon impunemente frente a la mirada de decenas de vecinos que aterrorizados se escondieron en sus domicilios, la mayoría viviendas precarias que caracterizan el cinturón de miseria y marginación donde habita la mayoría de acapulqueños.
El saldo de la tragedia fue de al menos tres muertos y dos heridos, todos jóvenes con edades que van de los 20 a 25 años y en el lugar, las autoridades embalaron casquillos de diferentes calibres.
Hasta el momento, ninguna autoridad de los tres niveles ha fijado una postura sobre el atentado contra los jóvenes futbolistas en el puerto de Acapulco, considerada como la ciudad más violenta a nivel mundial y donde la ausencia de gobierno es evidente.
En contraste, el gobernador Héctor Astudillo Flores se ha enfocado en hacer promoción turística del triángulo del sol, convertido en una zona de muerte, terror y desaparición de personas.
Mientras que su secretario de Gobierno, Florencio Salazar Adame, está más preocupado por el conflicto político social que se vive en Venezuela, argumentando que “por definición un político actúa en varios frentes”, indicó el funcionario de la entidad que ocupa el primer lugar en homicidios dolosos a escala nacional, así como en rezago social, marginación y pobreza.
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