El vidrio del auto es polarizado. Le gustaba ya desde antes la oscuridad. La pistola tipo escuadra es de color negro. Eligió la hora más oscura de la noche para hundirse en el eterno agujero negro de la muerte. Se presume que fue un suicidio.
Era contador. Contaba historias con números. Algunas no muy alegres. Quizá de tanto ver números rojos, como rojo era el color de su coche, el contador público se deprimió.
Eran alrededor de las 2:00 de la mañana del miércoles, cuando se oyó un disparo ahogado dentro de un coche encerrado.
Pero por la quietud de la madrugada, la detonación fue percibida por un vigilante de una conocida universidad privada ubicada en el libramiento Norte y calzada prolongación de la Ciudad Deportiva (Artículo 123), en la capital chiapaneca.
Un automóvil marca Honda tipo Civic, modelo 2001, color rojo, estaba detenido sobre la orilla, en el carril de baja.
Adentro en el sillón del conductor estaba un hombre joven, que vestía pantalón oscuro y playera de color celeste.
Con el sillón reclinado, tenía la cabeza hacia atrás. El brazo derecho recargado en el pasamanos sobre el freno de mano.
A un lado una pistola tipo escuadra con cacha de marfil. De la cabeza del hombre, hasta ese momento desconocido, salió un hilo de sangre que bajó por la mejilla derecha. Este se unió con la sangre que salió de la boca.
Policías acudieron al lugar y pidieron la presencia de paramédicos. Estos arribaron solo para confirmar el deceso de quien luego fue identificado como Carlos González Guzmán (30 años).
La primera inferencia es que se trató de un suicidio, pero las autoridades investigan otra posible línea.
El área fue acordonada en espera del perito de Criminalística y Forense de la Procuraduría General de Justicia del Estado. El cadáver fue trasladado al Servicio Médico Forense, para realizare la autopsia de ley.
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