Por Carolina Escobar Padilla (*)
Este artículo nos comenta sobre la cultura machista que existe en nuestra sociedad provocando desigualdad y violencia, y cómo el feminismo surge como respuesta a esta situación para la defensa de los derechos de las mujeres. Cómo a través de expresiones orales, visuales y gestuales manifestamos, reproducimos, construimos y difundimos esa cultura machista que provoca injusticia y discriminación.
La comunicación que cotidianamente desarrollamos a través de diálogos, gestos, o elementos visuales, encierra una serie de esquemas que crea y preserva la cultura machista.
El feminismo surge como una respuesta ante los atropellos y violaciones a los derechos que sufren las mujeres. En este contexto se habla de la sororidad, que busca solucionar o disminuir la discriminación, es una propuesta que consiste en que las mujeres se unen, se solidarizan y acuerpan para defenderse de acosos y otros conflictos.
De manera breve comentamos qué entendemos por machismo, feminismo y sororidad; esto es importante porque muchas personas confunden feminismo y machismo considerando que son conceptos que significan lo mismo sólo que el primero aplicado a mujeres y el segundo a los hombres, y con lo que respecta a la sororidad no hay total conocimiento.
Entonces, ¿qué es el machismo? El machismo es la ideología que considera que el hombre es superior a la mujer. El hombre niega a la mujer al no reconocerla como un ser humano con capacidades y derechos.
El feminismo, es un movimiento social que busca el reconocimiento de los derechos de la mujer y de sus capacidades así como eliminar la violencia que ejercen los hombres sobre las mujeres. Se lucha contra el patriarcado que discrimina a las mujeres por ser precisamente mujeres en una sociedad que las relega a espacios como el hogar para realizar labores domesticas, exclusivamente.
Explicado lo anterior, podemos decir que feminismo no es lo mismo que machismo. Y estas dos formas de pensar y actuar la pueden asumir todas las personas dependiendo de la cultura a la que pertenezca, del sistema social que lo regule y educación que posea; de esta manera, puede darse el caso que haya mujeres machistas y hombres feministas.
Y, ¿qué es la sororidad?, es la fraternidad o solidaridad entre las mujeres para defenderse y luchar contra el patriarcado. Generalmente, los hombres han crecido en una cultura donde son enseñados a ser solidarios entre ellos con su mismo género, caso contrario en las mujeres a ellas se les ha instruido para estar trabajando en las labores del hogar de manera individual por lo que no desarrollan la cultura de la hermandad, la solidaridad entre ellas, inclusive muchas mujeres agreden a otras en un afán de competencia y de quedar bien con el patriarcado.
En la familia se enseña a las mujeres a obedecer y ser hacendosas, mientras que a los hombres se les educa a ser fuertes, no deben llorar y no deben hacer actividades del hogar porque los denigra. Las labores domésticas y atención de la familia, hijos y esposo se le confiere como exclusividad a la mujer.
Desde pequeños se les enseña a las personas marcando diferencias entre mujeres y hombres:
Los juegos: los niños deben jugar carros y las niñas, muñecas.
La ropa: el color azul es para los niños y el color rosa para las niñas.
El Lenguaje: está autorizado para los varones un lenguaje soez, mientras que las mujeres deben hablar con “propiedad” es decir, con sutileza y sin palabrotas.
A las niñas se les repiten frases que indican lo que debe hacer en su vida a futuro: te vas a casar, vas a tener hijos y atenderás a tu esposo, te vas a dedicar al hogar, aunque termines carrera no trabajarás y dependerás económicamente de tu esposo. Si trabajas no descuidarás tu casa, también seguirás atendiendo esposo, hijos y labores del hogar, ropa, cocina, limpieza y todo lo que resulte de la casa. Tienes que ser una brillante ama de casa, es tu obligación.
Además, no puedes salir de noche, no puedes andar sola y te vestirás recatada, nunca provocativa. Si no sigues estos consejos, te pueden violar y tú tendrás toda la culpa.
Por otro lado, a los niños se les inculcan ideas como éstas: serás el hombre de la casa, tú tomarás las decisiones, tendrás en una esposa, sirvienta, niñera, mesera, lavandera, amante y esclava. Puedes tener todas las mujeres que desees no importa que estés casado. Puedes salir en la noche, andar solo, vestirte como gustes, y quizás ayudes en las labores del hogar mas no compartirás porque esas labores son exclusivas de la mujer.
En la escuela: los niños se sientan en un lado y las niñas en otro, separados. La escuela refuerza y complementa los esquemas enseñados en el seno familiar.
En el trabajo: empleados y jefes acosan a las mujeres desde invitaciones, insinuaciones, amenazas, presiones, manoseo, miradas insistentes y regularmente, las empleadas no son promovidas ni bien pagadas.
Los hombres perciben mejores salarios, tienen mejores puestos, se toman la libertad de acosar y sufren menos acoso que las mujeres.
En la calle: Las mujeres sufren acoso: silbidos, “piropos” (generalmente frases vulgares y obscenas), violaciones, manoseos, miradas lascivas e insultos.
Los hombres en la calle pueden andar sin problemas; aunque en ocasiones son agredidos por su mismo género con insultos o indirectas cuando son instados para acosar a una mujer.
En los medios de comunicación: se presenta a la mujer como un objeto, la cosifican y se refuerzan los roles y frases generadas en la familia. La publicidad por ejemplo, ha hecho de la mujer su recurso favorito para atraer el interés del público a través de comerciales donde la muestra como objeto sexual, objeto prohibido, de vanidad y de perversión.
La mayor parte de la sociedad en muchas ocasiones etiqueta a la mujer, hace referencia a ella como la prostituta, la infiel, la trepadora, la bonita superficial, la intelectual fea, la apretada, la mancornadora, la histérica, la mujercita; son designaciones que degradan a la mujer, reflejan desprecio y la descalifican.
Por otro lado, a los hombres se les designa con calificativos que sugieren dominio y poder: el macho, el jefazo, el rey, el pipiripao, el chacho, el mero mero, el hombre.
Estas condiciones de desigualdad y falta de respeto hay que eliminarlas. Es un problema que hay que resolver. Para ello, podríamos realizar muchas acciones, por ejemplo informarnos y reflexionar sobre estos temas que mencionamos; machismo, feminismo, sororidad, discriminación, igualdad, respeto, tolerancia, derechos humanos, etc., para tomar conciencia y entender que es necesario cambiar, y después difundir estas ideas para acabar con esquemas negativos y establecer los adecuados, cimentados en la igualdad, respeto, equidad y responsabilidad.
No es un trabajo sencillo, pero sí urgente y necesario que compete a todas las personas.
(*) Docente de la UNACH
Con información de ChiapasParalelo
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jueves, 9 de febrero de 2017
Sociedad machista: discriminación y desigualdad en los procesos de comunicación
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