Durísimo. Sin contemplaciones. Así es el título que la influyente revista italiana de análisis político Il Venerdi puso al reportaje principal de su más reciente número (29 de enero): México, horrores y pecados de un país basurero (Messico, orrori e peccati di un Paese discarica).
El artículo –que conocí gracias a mi amiga Silvia Emanuelli- comienza así: “Es un viaje al infierno lo que Francisco ha decidido llevar a cabo el 12 de febrero, en las sangrientas calles de México”. Más adelante señala: “Cinco días de peregrinación en el país de la policía corrupta, de un sistema político enfermo, la exclusión social y una pobreza que se cierne sobre 47 por ciento de la población.”
Las palabras de Il Venerdi no descansan en el vacío. México tiene 10 de las 50 ciudades más violentas del mundo. Es 15 veces más probable morir asesinado en ellas (en Acapulco, por ejemplo) que prácticamente en cualquier ciudad de Chile o Uruguay.
Nuestra realidad tiene rasgos que estremecen y han sido documentados de diversas formas. En Hidden in Plain Sight: A Statistical Analysis of Violence Against Children, la Unicef nos incluye en la lista de los 10 países que aportan la mitad de los asesinatos de niños en el mundo junto con Congo, Venezuela y Pakistán, entre otros. La violencia con la que suceden los asesinatos de niños en México también es escalofriante, 6 de cada 10 fueron asesinados por armas de fuego y presumiblemente activadas por otros niños, de acuerdo al estudio “Carga Global de la Violencia Armada 2015. Cada cuerpo cuenta”.
En seis años más de mil 900 mujeres y niñas fueron asesinadas de forma violenta en México. Si tenemos en cuenta los asesinatos cometidos con disparos de armas, estamos entre los peores 10 países del mundo.
El Relator Especial de Naciones Unidas sobre ejecuciones extrajudiciales y arbitrarias, Christof Heyns, nos describe así: “México sigue sufriendo niveles alarmantes de violencia. Se siguen produciendo incidentes extremadamente violentos, en particular atentados contra el derecho a la vida, a un nivel intolerable”. Durante la anterior administración federal, de diciembre de 2006 a noviembre de 2012, se cometieron 102.696 homicidios intencionales. Se estima que no menos de 70, 000 de esas muertes (casi el 70%) estaban relacionadas con el tráfico de drogas.
Son tiempos difíciles los que vivimos. No hemos encontrado como sociedad la capacidad de asimilar, discutir y transformar nuestro contexto. Con mucha razón, la crisis se reproduce entre silencio y desconfianza. El Informe País Sobre la Calidad de la Ciudadanía en México sostiene que 61% de los mexicanos que fueron víctimas de un delito o que viven con una víctima del delito no denunciaron; sólo el 39% sí lo hizo. 63% de los mexicano no denunció porque “no sirve de nada”; 52%, “por falta de confianza en las autoridades”; y 40%, “por malas experiencias con las autoridades en el pasado.
El Messico que visitará Francisco vive en múltiples realidades. Entre ellas, la que sucede en las fantasiosas palabras de la clase política y la que azota diariamente la vida de las personas. Tal y como lo señala Il Venardi “el gobierno, el cual promueve la imagen tranquilizadora y el glamour de la capital cultural y financiera de la Federación, reduce al mínimo lo que sucede.”
Habrá quien se moleste con la crítica o las duras descripciones que hagan de nosotros desde el extranjero. No es mi caso -con la genuina esperanza de que logremos superar esta grave crisis a partir de su reconocimiento y comprensión- creo que Il Venardi no se equivoca.
Papa Francisco: bienvenido al infierno.
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