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martes, 28 de julio de 2015

LOS MIGRANTES QUE LLEVAN UNA BOMBA POR EQUIPAJE



Los guatemaltecos, como la mayorĂ­a de centroamericanos que viajan indocumentados hacia Estados Unidos, emprenden el camino sin grandes maletas y estĂ¡n dispuestos a pasar hambre, frĂ­o y muchos riesgos en el intento. Pero lo que ignoran es que aĂºn si logran llegar y enviar remesas, las trampas de los prestamistas pueden dejarlos sin casas, terrenos y terminar de hundir a sus familias en la pobreza.


Rodrigo Soberanes*

Lo mĂ¡s difĂ­cil para los Majzul no fue despedir al Ăºnico hombre de la familia cuando emigrĂ³ a Estados Unidos, sino el hecho de que iba atado a una deuda que crecĂ­a cada mes, una bomba de tiempo que sĂ³lo podrĂ­a desactivarse si el plan salĂ­a al pie de la letra.

Abel Majzul trabajĂ³ dos años, enviĂ³ remesas y pagĂ³ parte de la deuda pero lo deportaron y la bomba le explotĂ³ a Ă©l y a su familia.

Muchos mĂ¡s viajan igual que Abel: se endeudan con un prestamista local para pagarle al coyote –traficante de personas- que los lleva. Es una tendencia en ese paĂ­s. Van con deudas sobre sus espaldas que oscilan entre los 4 mil 500 y 9 mil dĂ³lares.

La otra opciĂ³n de los migrantes es ir solos, subirse a trenes de carga en MĂ©xico y esperar a no ser asesinados o sufrir un accidente en el camino.

Abel Majzul se fue debiendo 40 mil quetzales (5 mil 240 dĂ³lares), una cifra que crecerĂ­a cada mes unos 524 dĂ³lares por el 10 por ciento de intereses pactados con la firma en un papel sin ningĂºn valor legal, segĂºn narra la mamĂ¡ de Abel, Florinda Majzul, en PatzĂºn, departamento de Chimaltenango.

MĂ¡s de la mitad de los guatemaltecos son pobres y se concentran entre las sierras de los municipios del occidente del paĂ­s. Vinicio SolĂ­s, candidato a la alcaldĂ­a en Patzun por el partido Encuentro por Guatemala, cuenta que Ă©l emplea en su empresa de madera a muchos de los que fueron migrantes y luego volvieron deportados. Sabe de las carencias y los enredos judiciales que los retornados enfrentan a su regreso.

“AquĂ­ la gente tiene que dejar su escritura, no hipotecada sino que lo obligan a que le firme la escritura del terreno o casa como compraventa, quedando de garantĂ­a la palabra”, dice SolĂ­s.

Eso fue lo que hizo la familia de Abel Majzul. Su madre y sus hermanas cuentan la zozobra que viven desde hace años para no perder la precaria casita de dos cuartos que, segĂºn el Juzgado de Primera Instancia Civil y EconĂ³mico de Chimaltenango, ahora le pertenece al prestamista llamado Rafael Cabrera MĂ©ndez.

Cuando Abel Majzul fue deportado en 2008 tenĂ­a 41 años, pero no llegĂ³ a su casa en PatzĂºn “por vergĂ¼enza”, una actitud comĂºn de los migrantes deportados, segĂºn explica un lĂ­der comunitario que trabaja con personas con ese mismo problema y que pidiĂ³ no ser identificado.

En la casa de Abel se quedĂ³ la madre, Florinda Majzul y su dos hermanas menores, que lo recuerdan con una foto colgada en la pared. Ella luchan en tribunales –con limitado uso del idioma castellano y nulo conocimiento de leyes- para que el agiotista no les quite sus dos cuartitos.

El nueve de mayo de 2014, Florinda fue citada por la fiscalĂ­a de Chimaltenango a una reuniĂ³n “conciliatoria” con Rafael Cabrera, quien la denunciĂ³ por los delitos de “amenazas y usurpaciĂ³n agravada”, se lee en el documento. AsĂ­, esta señora campesina se enfrentaba a la justicia de Guatemala por vivir en su casa, que legalmente le pertenecĂ­a a su madre, Cirila Majzul Tococh, quien falleciĂ³ despuĂ©s de la partida de Abel.

El 25 de octubre de ese año, el sistema legal de Guatemala le tocĂ³ la puerta una vez mĂ¡s a las Majzul para notificarles que la mamĂ¡ y abuela de la casa habĂ­a sido llevada a un “juicio sumario de desocupaciĂ³n” promovido por el prestamista.

En la notificaciĂ³n se lee que Josefina Majzul, una de las hijas, se negĂ³ a firmarlo como recibido pero se establece que quedĂ³ “enterada”. Y en los documentos del juicio, Cabrera pide a la jueza desalojar a Florinda Majzul “del inmueble que es de mi posesiĂ³n, tal como se comprueba en la escritura respectiva”.

Y Abel, ausente, en una comunidad alejada en la serranĂ­a, ocupado en sobrevivir despuĂ©s de haber pagado casi el doble de lo que pidiĂ³ prestado en 2006.

VĂ­a Chiapas Paralelo...

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